En un mundo donde la inteligencia artificial (IA) avanza a pasos agigantados, las empresas tecnológicas buscan constantemente nuevas formas de alimentar y perfeccionar sus modelos. Una tendencia emergente es la adquisición de videos inéditos de creadores de contenido, una práctica que beneficia tanto a las compañías de IA como a los propios creadores.
Imaginemos a Marcos, un cineasta aficionado que dedica sus fines de semana a explorar paisajes naturales con su cámara. Acumula horas de grabaciones de montañas, ríos y cielos estrellados, que en su mayoría permanecen almacenadas en discos duros. Lo que antes consideraba un hobby, ahora se convierte en una oportunidad de negocio.
Empresas como OpenAI, Google y Meta están dispuestas a pagar entre 1 y 4 dólares por minuto de video, dependiendo de la calidad y el formato. Por ejemplo, las tomas en 4K de un cielo nocturno capturadas por drones, como las de Marcos, pueden alcanzar precios más altos, mientras que grabaciones más simples enfocadas en redes sociales suelen cotizar entre 1 y 2 dólares por minuto.
Esta dinámica no solo proporciona a los creadores una nueva vía de monetización, sino que también ofrece a las empresas de IA acceso a contenido original y con licencia, esencial para entrenar sus modelos de manera ética y efectiva. Anteriormente, estas compañías recurrían a datos disponibles en internet, incluyendo videos de YouTube o libros de plataformas como LibGen, lo que generaba controversias relacionadas con los derechos de autor. Ahora, los acuerdos directos con los creadores garantizan el respeto por la propiedad intelectual y evitan el uso indebido de material protegido.
Moonvalley, una startup del ámbito de la IA, señala que «la gran mayoría» de los datos que utilizan para entrenar sus modelos provienen directamente de creadores como Marcos. Estos acuerdos, que pueden representar ingresos considerables, incluyen cláusulas que aseguran que las grabaciones no se utilizarán para replicar la identidad de los creadores, ni para acciones que puedan perjudicar su imagen o integridad.
Para personas como Marcos, esta iniciativa significa transformar su pasión y creatividad en ingresos tangibles, mientras que las empresas tecnológicas obtienen datos valiosos y éticamente adquiridos. Es una sinergia donde la innovación tecnológica y el talento humano se complementan, marcando un camino hacia prácticas digitales más responsables.