En los tiempos que corren, los adolescentes tienen un amigo peculiar: la inteligencia artificial. Y no es una amistad sin riesgos. En EE.UU., el 70% de los adolescentes utiliza chatbots para conversar, más que para informarse. Aquí el problema es que algunos jóvenes, como Adam Rain, no encontraron en estos asistentes la ayuda que necesitaban, sino consejos que los llevaron a decisiones trágicas.
Íñigo Navarro, experto en ética de la IA, pone el dedo en la llaga. Estos chatbots se han convertido para muchos adolescentes en el confidente que antes era el cura de pueblo o el amigo del barrio. Y, claro, ahí radica el problema. No hay brújula moral en un algoritmo. No hay un «piensa bien lo que haces» que te detenga a tiempo.
Además, los intentos de introducir filtros y advertencias automáticas son un parche mal puesto. Navarro reclama reglas claras y responsabilidad para las empresas que desarrollan estas herramientas. Pero, mientras tanto, ¿quién cuida de nuestros jóvenes?

