En estos tiempos en que la tecnología avanza a pasos agigantados, la Iglesia Católica no se queda atrás en la conversación sobre la inteligencia artificial. Y es que la IA, ese prodigio que imita la inteligencia humana, nos plantea una pregunta crucial: ¿es un don divino o una amenaza para nuestra dignidad? León XIV, siguiendo el ejemplo de León XIII y su respuesta a la Revolución Industrial, ha puesto el tema sobre la mesa con una fuerza inusitada. Su discurso inaugural como Papa nos recuerda que la Iglesia tiene mucho que decir en este debate.
La Doctrina Social de la Iglesia nos ofrece principios claros para guiar el uso de la IA: dignidad humana, bien común, solidaridad y subsidiariedad. Y no, no se trata de imponer reglas, sino de ofrecer una brújula ética en un mundo cada vez más digital. Por ejemplo, mientras la IA nos ayuda a diagnosticar enfermedades o a personalizar la educación, la Iglesia nos invita a recordar que, al final, estos avances deben servir al hombre, no esclavizarlo. Porque, como bien dice León XIV, la verdadera inteligencia no es acumular datos, sino buscar el sentido profundo de la vida. Y en ese sentido, la fe y la tecnología pueden ser aliadas poderosas.

