La inteligencia artificial se ha convertido en un actor más en el mundo de las industrias creativas. Desde la publicidad hasta el cine, su presencia es ineludible. Y es que la IA no solo mejora la eficiencia, sino que personaliza experiencias y fomenta la creatividad. Sin embargo, no todo son luces de neón y aplausos: también hay desafíos importantes para los trabajadores de estas industrias.
En publicidad, por ejemplo, la IA es como un mago detrás de la cortina, mejorando los resultados de las campañas y permitiendo identificar al cliente ideal con una precisión casi inquietante. Si alguna vez te has preguntado cómo esa marca supo exactamente qué recomendarte, ahí tienes la respuesta.
Y en el audiovisual, las plataformas digitales utilizan la IA para ofrecerte lo que creen que disfrutarás. Permíteme una pregunta: ¿somos realmente libres al elegir una película en Netflix si el algoritmo ya ha decidido por nosotros? Curioso, ¿verdad?
En el mundo de la moda, la IA ayuda a predecir tendencias y crear colecciones más sostenibles. Proyectos como AI4FIBRES buscan reciclar materiales textiles mediante IA, clasificando y procesando residuos de manera más eficaz. ¿Quién diría que la inteligencia artificial podría ayudar a reducir los vertederos?
Sin embargo, este avance no está exento de polémica. La IA puede liberar a los profesionales de tareas repetitivas, pero también genera preocupaciones sobre la calidad del producto final y el futuro del empleo en el sector. ¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar en esta integración? La conversación apenas está comenzando, pero lo que es seguro es que la inteligencia artificial no tiene intención de abandonar el escenario.

