Venga, hablemos de política internacional, porque el baile entre Estados Unidos y China en el campo de la inteligencia artificial parece más un tango que una simple negociación comercial. Y, ¿quién diría que Trump, conocido por su postura dura, acabaría cediendo en la carrera por la IA? Pues sí, resulta que ha decidido levantar los controles de exportación de chips de IA a China. ¿La razón? Bueno, parece que Trump ha extendido la tregua arancelaria otros noventa días.
A cambio, China ha comenzado a exportar tierras raras a Estados Unidos. Ah, las tierras raras, esos elementos que son clave para cualquier avance tecnológico. Y claro, Nvidia y AMD, dos gigantes estadounidenses de los semiconductores, están respirando un poquito más tranquilos. Aunque tendrán que pagar a Washington el 15% de sus ventas a China, al menos pueden seguir vendiendo sus preciados chips.
Pero, ojo, que China no se queda atrás en este juego. Pekín está recomendando a sus empresas evitar los chips de Nvidia, alegando problemas de seguridad. ¿Realidad o estrategia para fortalecer su industria interna? Quizás un poco de ambas. Lo cierto es que China está decidida a reducir su dependencia de la tecnología estadounidense, y vaya si lo está consiguiendo.
Esta relación de tira y afloja entre dos potencias tecnológicas deja claro que, aunque intenten frenar el desarrollo tecnológico del otro, están condenados a entenderse. China, con su creciente músculo tecnológico, no se deja intimidar. La industria de la IA en China está floreciendo, con ejemplos como el chatbox DeepSeek, que demuestra la capacidad del país para competir globalmente.
Al final, este tira y afloja entre Estados Unidos y China es un recordatorio de que, aunque vivimos en un mundo interconectado, las tensiones y las negociaciones son inevitables. ¿Quién ganará esta carrera tecnológica? Solo el tiempo lo dirá. Pero, mientras tanto, el resto del mundo observa con interés, sabiendo que las decisiones de estos dos gigantes repercuten en todos nosotros.

