La etiqueta de inteligencia artificial pierde su atractivo

La etiqueta de inteligencia artificial pierde su atractivo

Resulta que el término «inteligencia artificial» ya no es el imán de ventas que solía ser. ¿Sorprendido? Yo también. En un giro irónico, ahora parece que etiquetar un producto con «inteligencia artificial» puede hacer que se venda menos. Vamos, que lo que antes era un gancho, ahora parece ser un repelente. Un estudio reciente lo confirma: cuanto más se recalca la IA en la publicidad, más desconfianza genera.

Y no es difícil ver por qué. Durante años, la inteligencia artificial fue vendida como la panacea, prometiendo cambios radicales que, seamos honestos, no siempre llegaron. ¿Cuántas veces hemos visto anuncios de coches autónomos que nunca despegaron? La gente está cansada del bombo y platillo, y ahora, la simple mención de IA despierta más dudas que entusiasmo.

El estudio revela que la «confianza emocional» es la clave. Es esa corazonada que te dice si algo es fiable o no, y en el caso de la IA, parece que esa corazonada está diciendo «mejor no». Especialmente en productos o servicios de alto riesgo, como automóviles o tratamientos médicos, donde un fallo puede tener consecuencias serias.

Así que, ¿qué hacer? Los expertos sugieren que los publicistas recurran a eufemismos, evitando la mención directa de IA y enfocándose en los beneficios. Y para ser justos, parece una estrategia razonable. Al final del día, la tecnología puede ser brillante, pero si no logra inspirar confianza, es poco probable que conquiste el mercado.