Amenaza invisible: los bots maliciosos crecen y se camuflan como humanos

Amenaza invisible: los bots maliciosos crecen y se camuflan como humanos

Una avalancha silenciosa recorre Internet. Y no son personas.
Casi la mitad del tráfico online ya no lo generan humanos, sino bots. Algunos inofensivos, otros camuflados, y un tercio directamente maliciosos. Son programas autónomos que imitan nuestra actividad en la red: compran entradas, roban credenciales, inflan cifras, suplantan identidades. En muchos casos, lo hacen tan bien que engañan incluso a los sistemas diseñados para detectarlos.

Según el último informe de Thales Research, los bots ya suponen el 49,6% del tráfico total. De ellos, un inquietante 32% son considerados peligrosos. Su avance se explica por la combinación de dos factores: el acceso fácil y barato a herramientas de inteligencia artificial, y la falta de protección real en las aplicaciones móviles. Muchos de estos bots utilizan deepfakes, imitan gestos, voces o comportamientos humanos, y se infiltran en redes sociales, bancos y tiendas online sin levantar sospechas.

Y mientras los atacantes evolucionan, las defensas muchas veces se quedan cortas. Chris Roeckl, director de producto de Appdome, lo explica sin rodeos: “Los bots ya no son fuerza bruta. Son astutos, se adaptan y combinan técnicas. Si no usamos defensas en tiempo real y nativas de IA, estamos expuestos”.

Appdome propone un enfoque integral con su solución MobileBOT™ Defense, que actúa tanto en la propia app como en el backend. Analiza más de 400 vectores de riesgo: desde intentos de login y fraude en pagos, hasta creación de cuentas falsas o manipulación de sistemas publicitarios. Según la compañía, su herramienta no solo reduce los ataques, sino también los costes operativos derivados del tráfico falso.

Y el problema no es solo técnico: también es económico y reputacional. Imperva estima que las empresas pierden hasta 186.000 millones de dólares anuales por ataques automatizados. Un ejemplo paradigmático lo vivió Ticketmaster en la preventa de entradas de la gira de Taylor Swift: los bots colapsaron el sistema y dejaron fuera a miles de fans, dañando la imagen de la marca.

El impacto llega incluso a la experiencia del cliente. Si los bots saturan sistemas, manipulan precios o falsean recomendaciones, el usuario pierde confianza. En un mundo donde las decisiones se basan en datos, distorsionar esos datos con tráfico artificial puede hacer que cualquier estrategia fracase.

En este nuevo campo de batalla digital, no basta con apagar fuegos. Hay que anticiparse. Las empresas que no lo hagan corren el riesgo de convertirse en cómplices involuntarios de los ataques que destruyen su propia credibilidad.