Sabes usar ChatGPT. Automatizas tareas. Eres más productivo. Pero hay un precio oculto que quizás no habías previsto: tu reputación laboral.
Un reciente estudio de la Universidad de Duke ha puesto sobre la mesa un efecto social poco comentado de la IA en el entorno profesional. Según la investigación, quienes utilizan herramientas de inteligencia artificial en su trabajo son percibidos como menos trabajadores, menos competentes y más prescindibles. No importa si realmente lo son o no. Importa cómo los ven los demás.
El estudio, publicado en la revista PNAS, analizó las percepciones de más de 4.400 personas. A través de varios experimentos, se observó una tendencia clara: usar IA genera desconfianza, incluso entre quienes también la utilizan.
En simulaciones de selección de personal, quienes usaban IA preferían candidatos que también lo hacían. Pero quienes no la utilizaban, los descartaban. Incluso algunos trabajadores confesaron que preferían ocultar su uso de IA para no ser juzgados.
Este “coste reputacional” afecta especialmente a los más jóvenes, quienes más están integrando la IA en su día a día laboral. Un auténtico dilema: usar IA te hace más productivo, pero te puede dañar socialmente.
La paradoja es clara. Mientras las empresas fomentan el uso de estas tecnologías para ser más competitivas, sus empleados temen usarlas por cómo serán percibidos. Resultado: muchos las usan… a escondidas.
Estamos ante un nuevo tipo de brecha. No solo entre quien sabe y quien no, sino entre quien se atreve y quien prefiere pasar desapercibido. La tecnología no solo cambia el trabajo. También las reglas sociales dentro de él.

