Durante años, las grandes innovaciones tecnológicas de Nvidia nacieron lejos de casa. Pero eso está a punto de cambiar. Por primera vez en su historia, la empresa líder en chips gráficos construirá supercomputadoras de inteligencia artificial íntegramente en Estados Unidos. Un movimiento estratégico que no solo responde a la creciente demanda global, sino también a la necesidad de reforzar la autonomía tecnológica y la resiliencia de su cadena de suministro.
La compañía ha iniciado ya la producción de sus chips Blackwell en Arizona, en colaboración con la taiwanesa TSMC. Paralelamente, ha comenzado la construcción de supercomputadoras de IA en Texas, junto a socios como Foxconn en Houston y Wistron en Dallas. Se trata de un despliegue industrial de más de 90.000 metros cuadrados, diseñado no solo para ensamblar, sino también para probar y validar toda la infraestructura necesaria para la próxima generación de centros de datos inteligentes.
Jensen Huang, CEO y fundador de Nvidia, ha sido claro: “Los motores de la infraestructura mundial de IA se construyen por primera vez en Estados Unidos”. Su visión es convertir estas fábricas en lo que denomina «fábricas de IA», es decir, centros de procesamiento creados exclusivamente para generar y entrenar modelos de inteligencia artificial.
En palabras más llanas: Nvidia no solo quiere hacer chips. Quiere fabricar el cerebro de las futuras máquinas inteligentes.
Esta estrategia no se queda en un gesto simbólico. En los próximos cuatro años, la empresa planea invertir hasta medio billón de dólares en suelo estadounidense, apoyándose en una red de socios clave como Amkor y SPIL para las tareas de empaquetado y pruebas.
El objetivo no es solo atender mejor la demanda, que se ha disparado con la popularización de herramientas de IA generativa como ChatGPT o Copilot. También es una respuesta directa al debate geopolítico sobre la dependencia tecnológica de Asia y la necesidad de asegurar el control sobre los componentes más críticos del futuro.
Estados Unidos no quiere quedarse atrás en la carrera global por la inteligencia artificial, y Nvidia, con su nueva red de fábricas, se postula como su mejor carta. Al concentrar parte esencial de su producción en casa, la empresa fortalece su cadena de suministro y acorta los plazos de entrega, un aspecto clave en un mercado que evoluciona a velocidad de vértigo.
Este movimiento marca un antes y un después no solo para Nvidia, sino para toda la industria tecnológica. Porque si el futuro se escribe con IA, alguien tiene que construir las fábricas donde nazca ese futuro. Y Nvidia ha decidido que sea en casa.