Imagina una ciudad que piensa y actúa por ti. No, no es ciencia ficción. Con la implantación de sensores y algoritmos, las ciudades están empezando a anticiparse a nuestras necesidades. Barcelona es un ejemplo de ello. Fernando Cucchietti, un experto en la materia, dice que el concepto de smart city ha evolucionado para centrarse en la automatización y en hacer la ciudad más inteligente. La capital catalana ha sido pionera en este sentido, apostando por la innovación y la participación ciudadana.
Los gemelos digitales, esa especie de réplica virtual de la ciudad, permiten probar soluciones sin riesgo. Cucchietti lo explica así: gracias a estos modelos, podemos simular qué pasaría al implementar ciertas estrategias, minimizando riesgos. La IA está dibujando un modelo de ciudad más eficiente, capaz de prever y solucionar sus propios problemas.
Pero no todo es color de rosa. La invasión de la privacidad y la opacidad algorítmica son sombras que acechan. Necesitamos tecnología manejada por expertos que sepan cuándo y cómo usarla y ciudadanos más activos en las decisiones que los afectan. Barcelona, con sus eventos como el Smart City Expo, se posiciona como referente mundial en este ámbito. Y el futuro, aunque incierto, promete ciudades donde los ciudadanos no solo vivan, sino que también influyan activamente en sus destinos urbanos.

