Los riesgos ocultos de la inteligencia artificial en el asesoramiento legal

Los riesgos ocultos de la inteligencia artificial en el asesoramiento legal

Ah, la inteligencia artificial. Esa maravilla tecnológica que promete hacernos la vida más fácil a todos los niveles. Pero, ¿qué pasa cuando la IA se aventura en el complejo mundo del derecho? Pues bien, aquí es donde empieza el baile y no precisamente uno que queramos seguir. Para los abogados, la IA ha sido como ese amigo que siempre tiene un consejo, pero que rara vez es el correcto. Claro, es útil para redactar contratos genéricos y resumir informes, pero cuando se trata de consejos legales serios, la cosa se pone peliaguda.

¿Quién no ha recibido una consulta de un cliente que, con toda la confianza del mundo, dice: «Lo leí en internet»? Ahora imagínate que esa fuente de sabiduría es una IA que no tiene idea de lo que habla. Algunas de las recomendaciones que he visto son tan disparatadas que ni en un episodio de comedia legal las creerías. Pero en serio, el riesgo aquí es real. La IA tiene una habilidad sorprendente para sonar convincente y segura, pero eso no significa que sea precisa o útil. Es como un vendedor de coches usados: mucha charla, poca sustancia.

El derecho, amigos míos, es un mundo de matices. Es contextual, depende del país, la región, el caso… Y la IA, al menos por ahora, no tiene la capacidad de comprender esos matices. Puede parecer que te está dando una solución perfecta, pero si te mueves a la izquierda o a la derecha, la cosa puede cambiar radicalmente. Y ni hablemos de las «alucinaciones» de las IA, donde de repente fabrican leyes o sentencias que no existen. ¿Quién necesita enemigos con amigos así, no?

Lo peor de todo es que un consejo mal dado puede tener consecuencias desastrosas. No es solo un errorcito aquí o allá; hablamos de perder casos, sanciones o problemas legales serios. Y, por si fuera poco, usar una IA para asesoramiento legal es como gritar tu caso a los cuatro vientos. La privacidad y la confidencialidad se van por el desagüe.

Así que, por ahora, dejemos que la IA nos ayude con las tareas aburridas y repetitivas y dejemos el asesoramiento legal a los humanos, que al menos sabemos cuándo no sabemos algo.