Esta semana, Avilés se ha convertido en el epicentro de un interesante debate sobre la inteligencia artificial y su papel en las administraciones públicas. Allí, en un foro de la Federación Española de Municipios y Provincias, se discutieron las oportunidades que ofrece la IA para mejorar la relación entre la Administración y los ciudadanos. Pero, ¿qué significa todo esto realmente?
La inteligencia artificial nos invita a un nuevo escenario donde las tareas repetitivas que solían consumir horas de trabajo se completan en segundos. Esto, por supuesto, libera a los profesionales para que se concentren en tareas de mayor valor añadido. Pero, claro, esto también significa que necesitamos nuevos perfiles profesionales, y aquí es donde entra en juego la creatividad.
Los graduados en Historia y Filología, entre otros, enfrentan el reto de adaptarse al mundo tecnológico. La IA no solo replica la mente humana en tareas específicas, sino que también nos obliga a replantearnos cómo trabajamos y cómo aprendemos. ¿Estamos realmente preparados para este cambio?
La Universidad Nebrija, por ejemplo, ha dejado claro que las competencias digitales son su apuesta para formar el talento del futuro en Avilés. La IA está aquí para quedarse, nos dicen los expertos, y es verdad que su impacto ha sido más rápido que el de la máquina de vapor. Pero, no debemos olvidar que, al final, somos nosotros quienes dirigimos el espectáculo.
En esta era digital, las ideas cobran fuerza. La IA puede inventar, pero no es creativa. Y aquí es donde radica el verdadero valor del talento humano: en su capacidad para ser creativo e innovador. La mejor inversión es, sin duda, aprovechar este talento para resolver problemas de manera más eficaz y eficiente.
Así que, mientras convivimos con la IA, recordemos que no se trata de reemplazar, sino de potenciar. No pidamos a la IA ser perfecta cuando nosotros mismos no lo somos. La clave está en encontrar ese equilibrio que nos permita avanzar juntos hacia un futuro más prometedor.

