La era dorada de los programadores junior parece haberse esfumado, como por arte de magia, en el polvo de la inteligencia artificial. ¿Recuerdan esos tiempos en los que bastaba con terminar la formación y ya había empresas peleándose por ti? Eso fue exactamente lo que le pasó a Marco Tenorio. Hace unos añitos, con 26, se lanzaba al mundo de la informática, convencido de que un título le abriría todas las puertas. Pero las cosas han cambiado, y mucho. Hoy, ese mismo título te deja con el currículo en la mano y pocas esperanzas.
Carla Lozano, una joven santanderina de 23 años, también se lanzó a la piscina. Quería un buen sueldo y la opción de teletrabajar, pero se encontró con un mercado donde la experiencia pesa más que las ganas. Enviada de currículos, entrevistas fallidas… un déjà vu que se repite entre los novatos tecnológicos. Y es que, con la llegada de la IA, las empresas pueden automatizar las tareas más básicas. Esto ha llevado a que los perfiles junior sean menos demandados.
Mar Pujadas, que sabe un par de cosas sobre el tema desde su puesto en una startup tecnológica, lo resume bien: la IA ha transformado el juego. Los juniors antes aprendían de los seniors, pero ahora los seniors están ocupados supervisando a la IA. Y claro, el nivel de exigencia sube. Los nuevos deben demostrar creatividad, curiosidad y un dominio técnico que antes no se pedía.
Sin embargo, no todo es pesimismo. El director de marketing de ManpowerGroup, Vicenç Álvaro, ve una ventaja para los jóvenes: crecen con la IA como compañera. Aprenden rápido y están más que listos para enfrentarse a los desafíos tecnológicos. Pero, ¿será suficiente?
La realidad es que el campo laboral ha cambiado. Ya no basta con saber programar; se necesita criterio, capacidad de análisis y, sí, habilidades de comunicación. Y para los jóvenes como Marco y Carla, el futuro es incierto. La IA ha llegado para quedarse, y ellos deben encontrar su lugar en este nuevo escenario.

