La inteligencia artificial se está infiltrando en casi todos los aspectos de nuestras vidas, y la salud mental no es la excepción. En Vitoria-Gasteiz, Teresa Mendiguren de la UPV/EHU advierte sobre los riesgos de confiar en chatbots para apoyo emocional.
Sí, estos programas pueden ofrecer consejos basados en terapias reales, pero lo hacen sin empatía, sin la capacidad de adaptarse a cambios emocionales que son, en última instancia, la esencia de la terapia humana. Una IA no puede captar esos matices, y eso, dicen los expertos, es peligroso.
Peor aún es la falsa sensación de acompañamiento que pueden generar. Los usuarios pueden sentir que tienen alguien con quien hablar, pero en realidad, están solos. Y, en un ámbito tan delicado como la salud mental, eso puede ser devastador.
No podemos olvidar el tema de la privacidad. Compartimos datos personales con estos sistemas sin pensar en quién tiene acceso. Una experiencia personal con un chatbot me hizo darme cuenta de cuánta información puede retener una IA. ¿Qué significa eso para nuestra privacidad?
El impacto de la IA se siente también en el periodismo, donde la presión por mantenerse al día con la tecnología está aumentando la ansiedad. Los periodistas ya sienten el peso de la IA, y sin la formación adecuada, puede ser más una carga que un aliado.
En un mundo donde la IA avanza sin freno, es esencial recordar que el enfoque humano sigue siendo crucial. La tecnología puede ser una herramienta, pero no debe ser un sustituto. Al final del día, la empatía y la ética humana son insustituibles.

