En la soleada Ibiza, donde el sol brilla casi tanto como las luces de los clubes nocturnos, se está librando una batalla silenciosa pero fascinante. Resulta que algunos jefes se han dado cuenta de que despedir a sus empleados para reemplazarlos por inteligencia artificial no fue la mejor idea. ¿Quién lo hubiera dicho? Creían que las máquinas harían el trabajo sin pestañear, pero, sorpresa, las cosas no salieron como esperaban.
Sergio Peñalver, un profesor que parece saber más de lo que deja ver, en su espacio ‘Cerebro artificial’, ha estado hablando de esto. Y es que, aunque la IA es maravillosa, hay cosas que simplemente no puede hacer como un humano. O al menos, no todavía. Esas empresas que pensaron que podrían ahorrar unos euros dejando a la gente en la calle, ahora están dándose cuenta del error.
Este fenómeno levanta una pregunta interesante: ¿hasta dónde llegaremos en nuestra obsesión por la eficiencia? Porque, al final, la tecnología debería ser una herramienta para mejorar nuestras vidas, no para complicarlas. Quizás, la lección aquí es que hay que saber cuándo es el momento adecuado para abrazar el cambio y cuándo es mejor mantener lo que funciona.

