Con 77 años, Olivia de Miguel no se amedrenta ante nada. Esta traductora experimentada y premio Nacional de Traducción no se deja impresionar por la inteligencia artificial. Para ella, un robot jamás podría captar la sensibilidad necesaria para traducir a los grandes autores. Y ahí lo deja. ¿Quién mejor que alguien que ha pasado una vida entre palabras para saberlo?
Olivia, que ha vivido una vida de renuncias y saltos, no se rinde. Su historia es la de una mujer que ha cruzado fronteras y superado barreras con la fuerza de sus convicciones. Desde su primer encuentro con un idioma extranjero en Biarritz, hasta convertirse en una experta traductora de autores como Jane Austen o Virginia Woolf, su pasión por las letras es inquebrantable.
Un verano en silencio, rodeada de libros incomprensibles, fue el germen de su carrera. Aquella chispa de curiosidad la llevó a descifrar el lenguaje y a encontrar su voz en un mundo que a veces se empeña en silenciarla. Olivia sigue adelante, firme en su convicción de que la estupidez humana es más que suficiente desafío.
No es que Olivia ignore los avances tecnológicos, simplemente cree en el poder insustituible del toque humano. Porque, al final del día, ¿puede la inteligencia artificial captar la esencia de una obra de arte literaria? Según Olivia, esa es una tarea que aún nos pertenece.

