Hace poco, recordaba aquellos días en los que los amigos invisibles eran simples imaginaciones de la infancia, compañeros de juegos en la mente de cada niño. Pues bien, resulta que la tecnología ha decidido darle un giro a la historia, y ahora esos compañeros son avatares de inteligencia artificial. ¿Quién lo iba a decir?
El uso excesivo de pantallas entre jóvenes está provocando una nueva adicción: la dependencia emocional de estos avatares. Miguel Mamajón, psiquiatra infantil, lidera el Programa Pantallas en Santander, y está viendo cómo esta tendencia está alcanzando niveles preocupantes. Parece ser que los adolescentes pasan más de siete horas al día frente a las pantallas, y algunos casos llegan a las 11 horas. ¿Quién tiene tiempo para tanto?
Lo que está llamando la atención de los expertos es cómo estos avatares están sustituyendo figuras de apego reales. Es como si los adolescentes se estuvieran enamorando de una ilusión digital que les responde con palabras vacías. Y ni siquiera es fácil de detectar, porque a diferencia de otras adicciones, la sociedad ha normalizado este comportamiento. Un padre preocupado podría preguntar: «¿Cómo empiezo a abordar esto con mi hijo?» Mamajón sugiere que los padres se involucren más en lo que consumen sus hijos, fomentando el diálogo y el conocimiento sobre el tema.
Y mientras tanto, los expertos recomiendan retrasar el uso de teléfonos inteligentes hasta al menos los 16 años. ¿Será esta la solución? Sólo el tiempo lo dirá.

