El ojo que todo lo ve en las carreteras: ¿control o invasión?

El ojo que todo lo ve en las carreteras: ¿control o invasión?

¡Ah, el verano! Esa temporada dorada en la que el asfalto se convierte en una especie de jungla urbana. Atascos interminables, gente con prisa y, claro, imprudencias a raudales. Es como si la gente al salir de vacaciones también dejara su sentido común en casa. Y justo en este caos, España está sopesando algo que suena a ciencia ficción: que las multas de tráfico sean proporcionales al salario del infractor. Porque, vamos, ¿no es eso lo justo? Si ganas más, pues pagas más. Así que, si eres de los que se mueve en un coche de lujo, atento, que las multas podrían ser cinco veces más altas.

Pero no solo se habla de multas. La inteligencia artificial se está colando en nuestras carreteras como un vecino cotilla que todo lo sabe y todo lo ve. En algunas ciudades europeas, estas tecnologías están ya detectando si te saltas un semáforo, si hablas por el móvil o si llevas el cinturón. Es como tener a tu madre en el asiento de copiloto, pero mucho más molesto.

Y aquí es donde la cosa se pone interesante, o inquietante, según se mire. Imagina cámaras con visión infrarroja que captan cada movimiento, cada gesto, de día o de noche. Todo se graba, se analiza y, si te pillan, zas, al buzón una multa. Suena un poco a ‘Gran Hermano’, ¿verdad? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad por más seguridad? Es una pregunta que no tiene fácil respuesta, pero es en lo que nos estamos convirtiendo, en una sociedad hipervigilada.

El problema es que la regulación actual es bastante escueta, como si las leyes no hubieran anticipado que un día las cámaras hablarían con las bases de datos para ver si tienes el coche asegurado o si pagaste los impuestos. Esto ya no es el futuro. Es el ahora. Así que, mientras seguimos debatiendo si esto es bueno o malo, la tecnología avanza a pasos agigantados. Y quién sabe, tal vez en unos años, las carreteras sean tan inteligentes que el coche se conduzca solo y te diga cuándo frenar, cuándo acelerar y, por qué no, cuándo parar a tomar un café.