Ah, la inteligencia artificial, esa maravilla moderna que promete salvarnos, destruirnos, o ambas cosas a la vez. Hace más de ochenta años que estamos en este juego de automatización, pero últimamente, la cosa ha escalado a niveles de ciencia ficción. Los tecnolordes del momento, Musk, Thiel, Zuckerberg y compañía, han convertido la IA en un término común. Pero, ¿qué tan real es todo esto?
La IA no es más que una máquina de síntesis de textos y análisis de imágenes. No hay un cerebro detrás, solo una probabilidad calculada. Hablan de modelos de lenguaje a gran escala como si fueran oráculos modernos, pero la verdad es que son solo eso, modelos. No hay inteligencia de verdad. Y lo gracioso es que, al alimentarse de datos de internet, estos modelos sufren su propia versión de la enfermedad de las vacas locas, degenerando en un ciclo interminable de errores.
Lo que realmente tenemos aquí es un proyecto ideológico, un intento de las élites por acelerar despidos y desviar inversiones hacia esta nueva moda. Claro, te prometen que la IA resolverá todos nuestros problemas, pero en realidad, solo crea trabajos precarios y mal pagados. Y mientras tanto, los despidos masivos son la orden del día.
La verdad es que los modelos lingüísticos no van a acabar con la humanidad, pero sí podrían hacernos más pobres. Al final, lo único que queda claro es que los multimillonarios seguirán externalizando sus responsabilidades, mientras el resto de nosotros navegamos en este mar de incertidumbre.

