En este mundo donde la inteligencia artificial ya no es un lujo, sino una constante, la Universidad de Chile ha decidido poner el pie en el acelerador con una guía que pretende, nada menos, que humanizar la tecnología en el ámbito de la salud. La pandemia fue el catalizador, claro, empujando a las instituciones médicas a adoptar estas herramientas para mantenernos a flote. Y ahora, con la IA metida en cada rincón de la medicina, no queda otra que abordarla con una mente crítica.
La guía, bautizada como «Humanizar la Inteligencia», es obra de la Comisión de IA de la Facultad de Medicina. ¿Quién diría que un documento puede ser «vivo y evolutivo»? Pues, al parecer, el doctor Oscar Jerez y la doctora Ulrike Kemmerling lo creen así. Ellos no quieren que esto sea solo una moda pasajera. Al contrario, buscan liderar una reflexión ética que, sinceramente, es más que necesaria.
Lo más destacable es cómo esta guía se descompone en tres dimensiones: pedagógica, científica e institucional. Desde personalizar el aprendizaje hasta garantizar la transparencia en la investigación, cubren todas las bases. La doctora Kemmerling lo dice claro: la IA puede ser una aliada siempre que no se delegue el juicio pedagógico. Y ahí está el quid de la cuestión. No es solo sobre qué puede hacer la IA, sino sobre cómo hacemos que lo haga bien.
Y no es de sorprender que insistan tanto en la ética. La guía viene con un conjunto de principios que son casi como los mandamientos de la IA en salud: transparencia, supervisión humana, equidad, integridad y gobernanza participativa. Ya lo dijo el doctor Jerez, esto no es solo un cambio de forma, sino de fondo.
Para los escépticos, la guía no se queda en teoría. Propone acciones concretas, desde talleres hasta comités de seguimiento. Pretende que la comunidad académica no solo vea pasar el tren, sino que se suba a él y lo conduzca. Porque, como bien concluye el doctor Jerez, el futuro de la IA en salud depende de cómo la usemos. Y esta guía es solo el principio.

