Ah, la música. Esa compañera fiel de nuestros momentos más íntimos y, a veces, más ruidosos. Pero, ¿qué pasa cuando la banda sonora de nuestra vida es creada por máquinas? Aquí entra Velvet Sundown, un grupo de rock alternativo que ha causado revuelo no por su música, sino por su origen: es completamente artificial. Y no, no hablamos de un experimento de laboratorio, sino de millones de seguidores en Spotify.
¿Fraude? ¿Farsa? La verdad es que la línea entre lo real y lo falso se ha vuelto borrosa. Este grupo, que parece sacado de una época dorada del rock con su estética setentera, es un producto de la inteligencia artificial. Y lo curioso es que no supimos de su origen hasta su tercer disco. La presión sobre Spotify para que clarifique qué es «real» y qué no, se ha intensificado. Pero, ¿realmente nos importa?
La música de Velvet Sundown es un collage de influencias que van desde Neil Young hasta el chill out de principios de milenio. Para algunos, es un popurrí sin alma; para otros, una obra maestra tecnológica. La polémica no se queda en lo musical: la Confederación de Sociedades de Autores afirma que los artistas están perdiendo un 20% de sus ingresos debido a estas creaciones sin autoría clara.
Y ahí está la cuestión: ¿importa si una canción es humana o digital? Mientras nos guste, ¿a quién le importa? Pero, tal vez, el debate no sea tanto sobre la música, sino sobre el futuro de la creatividad y la identidad en la era digital. ¿Estamos listos para un mundo donde incluso nuestras emociones más profundas sean generadas por algoritmos?