El enigma de Alexandr Wang y su imperio invisible

El enigma de Alexandr Wang y su imperio invisible

En un rincón de Silicon Valley, lejos de los reflectores y los titulares estridentes, Alexandr Wang, un joven de 27 años con una mente matemática prodigiosa, está redefiniendo el poder en el mundo de la inteligencia artificial. No necesita aparecer en grandes conferencias ni presumir en redes sociales para ser una figura clave. Su empresa, Scale AI, hace el trabajo sucio pero esencial: organiza los datos que alimentan a los titanes tecnológicos.

Este chico, que creció entre ecuaciones en Los Álamos, ahora tiene en sus manos la llave del reino de la IA: los datos. Scale AI no es la que crea modelos como ChatGPT, pero sin ella, esos modelos serían como coches de lujo sin gasolina. Y es que, sin datos bien etiquetados, los algoritmos son poco más que fantasmas en la máquina.

Wang, que dejó el MIT para lanzarse al mundo empresarial, no solo ha tejido una red de clientes que incluye a OpenAI y al Departamento de Defensa de EE.UU., sino que también ha llamado la atención de gigantes como Meta. Zuckerberg no dudó en invertir miles de millones en Scale AI, viendo en Wang no solo un proveedor, sino un socio estratégico para conquistar el futuro de la superinteligencia.

Pero, como todo lo que brilla, también hay sombras. Un desliz reciente de seguridad levantó algunas cejas. Sin embargo, eso no frenó a Wang, que sigue adelante como un arquitecto del futuro. Y mientras otros construyen imperios de ruido, él prefiere la discreción. ¿Quién necesita hijos cuando puedes moldear el mundo con tecnología? Es una pregunta inquietante, pero que define a este joven que, sin hacer ruido, está marcando el ritmo de la IA global.