Mientras que muchos en Occidente imaginan la inteligencia artificial como una especie de cerebro flotante, China está poniendo los pies en la tierra, o más bien, en el concreto. La inteligencia artificial «personificada» es el último grito en innovación y, cómo no, los chinos están decididos a liderar la carga. Porque, si algo gusta en China, son los robots. Robots que no solo resuelven ecuaciones, sino que también corren maratones y apagan incendios. Robots que hacen kick-boxing, ¡vaya imagen!
Aquí es donde uno se pregunta, ¿qué es lo que realmente está en juego en esta carrera tecnológica? ¿Es solo una competencia por ver quién tiene el mejor juguete? No lo creo. Detrás de estos movimientos hay una visión a largo plazo, un deseo de integrar la IA en cada rincón de la vida cotidiana, desde vehículos autónomos hasta ciudades inteligentes. Y claro, el gobierno chino no es precisamente tímido a la hora de meter la mano en estos asuntos. No se trata solo de tecnología, es una cuestión de poder, de influencia. Entre tanto código y sensores, lo que realmente se disputa es el futuro.