La ciencia ficción nos ha prometido robots humanoides durante décadas, y finalmente estamos viendo cómo esa fantasía se convierte en realidad. Pero, ¿realmente importa si un robot tiene cara? Según Sofía Geyer, la respuesta es un rotundo sí. En el Social Robots Lab del MIT, donde trabaja Geyer, están explorando cómo la IA toma cuerpo y cambia nuestra percepción de la tecnología.

Durante mucho tiempo, los robots eran meras máquinas funcionales, pero ahora la expresividad se ha convertido en el nuevo objetivo. La idea es que los robots no solo realicen tareas, sino que también sepan relacionarse con nosotros. En el laboratorio, Geyer ha interactuado con prototipos que no solo cumplen funciones prácticas, sino que también pueden bailar o poner música, mostrando así cómo la tecnología puede ser más humana.

La expresividad de los robots es clave, no solo para generar confianza, sino también para aumentar su poder de persuasión. Ya sea en tiendas, hospitales o bancos, los robots humanoides están empezando a integrarse en nuestras vidas cotidianas. Y la frontera entre lo humano y lo artificial se vuelve cada vez más difusa. Así que prepárate, porque el futuro ya está aquí, y tiene cara.