Imagina un mundo donde las reglas del trabajo y la vida cambian drásticamente, como sucedió durante la Revolución Industrial, pero con un impacto aún mayor. Esto es lo que Demis Hassabis, director ejecutivo de Google DeepMind, prevé con el advenimiento de la inteligencia artificial general (AGI). En una conversación con WIRED, Hassabis comparte su visión de un futuro transformado por la AGI, una tecnología que podría igualar o incluso superar la capacidad cognitiva humana.
La idea de una inteligencia artificial que abarca todos los ámbitos del conocimiento humano es cautivadora. Sin embargo, Hassabis señala que aún estamos lejos de este objetivo. Los sistemas actuales, aunque impresionantes, carecen de ciertas habilidades como el razonamiento y la creatividad genuina. «Todavía no pueden inventar teorías científicas nuevas», afirma. A pesar de estas limitaciones, Hassabis estima una probabilidad del 50% de que la AGI se logre en los próximos cinco a diez años.
El potencial de la IA es inmenso. Hassabis destaca avances como AlphaFold, una herramienta que ha revolucionado la biología al predecir la estructura de proteínas, abriendo puertas a nuevos tratamientos médicos. Además, la IA podría ser clave en la búsqueda de fuentes de energía más eficientes, contribuyendo a una era de productividad sin precedentes.
No obstante, el camino hacia la AGI no está exento de riesgos. Hassabis advierte sobre la posibilidad de un uso indebido de la tecnología y la competencia internacional, especialmente entre potencias como Estados Unidos y China. «Es crucial una regulación internacional firme», subraya, para asegurar que esta poderosa herramienta se use con responsabilidad.
Uno de los mayores desafíos será el impacto de la IA en el empleo. Aunque hasta ahora ha sido un complemento que potencia la productividad, se anticipan grandes cambios en el futuro. Habrá nuevas oportunidades laborales, pero también tareas que podrían ser automatizadas. Hassabis aconseja a las nuevas generaciones formarse en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas para adaptarse a este nuevo entorno.
A largo plazo, Hassabis imagina un mundo de «abundancia radical», donde la AGI resuelva problemas fundamentales como la salud y el acceso a recursos básicos. Sin embargo, advierte que la distribución equitativa de estos beneficios no está garantizada, y será necesario un cambio en la mentalidad social.
Comparando este cambio con la Revolución Industrial, Hassabis reconoce que el miedo al cambio es natural. Sin embargo, invita a la sociedad a ver las oportunidades que la IA puede ofrecer, especialmente en áreas como la medicina y el medioambiente. «Sería inmoral no aprovecharlo», afirma.
En resumen, Hassabis ve un futuro donde la AGI podría ser un aliado imprescindible para enfrentar los desafíos globales. Pero insiste en la necesidad de un enfoque responsable y colaborativo, involucrando a filósofos y científicos sociales, para garantizar que los avances tecnológicos beneficien a toda la humanidad.