La Universidad de Granada (UGR) ha dado un paso significativo en el campo de la neurociencia afectiva, explorando cómo los dispositivos corporales pueden detectar emociones humanas a través de la Inteligencia Artificial (IA). Este innovador estudio, liderado por Francisco García Moreno y Marta Badenes Sastre, promete abrir nuevas puertas en la interacción humano-máquina.
Los dispositivos «wearables», como las diademas de electroencefalograma (EEG), son el eje central de esta investigación. Estos sistemas, que se colocan en el cuerpo, se utilizan en diversos ámbitos, desde la salud hasta el entretenimiento, y ahora, en la detección emocional. La UGR destaca que esta tecnología ofrece una vía prometedora para proyectos futuros en IA afectiva.
El estudio se ha centrado en cómo la IA puede identificar emociones básicas, como la alegría y la tristeza, a partir de datos EEG. Los hallazgos no solo mejoran la comprensión de cómo la actividad cerebral refleja estados emocionales, sino que también sugieren aplicaciones prácticas en interfaces cerebro-máquina y salud mental.
Este trabajo es fruto de una colaboración multidisciplinaria en la UGR, integrando conocimientos de los departamentos de Tecnologías de la Información y Comunicaciones, y de Mente, Cerebro y Comportamiento. La investigación se inició gracias al Plan Propio de la UGR, cuando los investigadores eran estudiantes predoctorales, bajo el proyecto ‘Detección automática de las emociones básicas y su influencia en la toma de decisiones mediante wearables y Machine Learning’.
Los investigadores planean seguir explorando estrategias para mejorar la precisión y generalización de los modelos de IA basados en EEG. Este enfoque no solo optimiza los modelos de clasificación, sino que también busca desarrollar herramientas que integren estos hallazgos en aplicaciones prácticas.
La investigación de la UGR no solo sienta las bases para futuros estudios, sino que también plantea un panorama emocionante donde la tecnología y las emociones humanas se entrelazan de maneras que antes parecían imposibles. En un mundo donde la interacción humano-máquina es cada vez más relevante, estos avances nos acercan a un futuro donde la tecnología comprende y responde a nuestras emociones de manera más humana y empática.
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