La cara oculta del conocimiento libre: cómo la IA se alimenta de ti sin avisar

La cara oculta del conocimiento libre: cómo la IA se alimenta de ti sin avisar

Compartir conocimiento solía ser un acto generoso, casi revolucionario. Con cada dato publicado bajo licencias abiertas, creíamos estar construyendo un mundo más justo. Pero hoy, una nueva pregunta empieza a incomodar a los defensores del conocimiento libre: ¿y si lo que estamos alimentando es una inteligencia artificial sin rostro, sin crédito y sin límites?

Durante años, proyectos como Wikipedia, Wikidata o OpenStreetMap se convirtieron en símbolos de colaboración global. Gracias a licencias como CC-BY o CC0, millones de personas han podido acceder, reutilizar y enriquecer datos sin barreras. La cultura de lo común floreció. Pero todo eso ha empezado a cambiar con la llegada de la IA generativa.

Modelos como ChatGPT o Grok beben de todo ese conocimiento abierto. Extraen fragmentos, ideas y estructuras de textos que alguien escribió con espíritu colaborativo. Y lo hacen, en muchos casos, sin devolver nada. Sin una cita. Sin una atribución. Sin un gracias. Lo que antes era intercambio, ahora empieza a parecer extracción.

El informe “The Common(s) Cause”, elaborado por Creative Commons y Wikimedia Europe, alerta del desequilibrio. Habla de un contrato simbólico roto: las grandes tecnológicas están construyendo sus productos con los datos abiertos de todos, sin respetar el espíritu que los generó. El tráfico masivo de rastreadores en plataformas colaborativas, conocido ya como “la invasión de los crawlers”, es solo una de las señales del agotamiento del sistema.

La Fundación Wikimedia, por ejemplo, ha publicado conjuntos de datos optimizados para IA. ¿Una decisión práctica? Tal vez. ¿Una cesión? También podría interpretarse así. Hay quienes ven en ello una rendición ante los gigantes que no contribuyen al bien común, pero sí lo monetizan.

La clave, entonces, no está solo en la tecnología, sino en la ética. ¿Queremos que el conocimiento libre se convierta en materia prima gratuita para multinacionales? ¿O apostamos por modelos que protejan a las comunidades que lo crean?

El futuro del conocimiento abierto pasa por reforzar las reglas, pero también el reconocimiento. Porque detrás de cada entrada, cada dato y cada línea de código, hay personas. Y si olvidamos eso, puede que estemos alimentando inteligencias que nos acaben dejando fuera del juego que nosotros mismos empezamos.