¿Y si la inteligencia artificial no solo resolviera ecuaciones o escribiera textos, sino que también ayudara a dormir mejor, a reflexionar o incluso a entenderte a ti mismo? Para el médico y gurú Deepak Chopra, esto no solo es posible: ya es una realidad.
En un mundo donde la IA despierta tanto fascinación como temor, Chopra propone una visión distinta, casi poética: “La IA es como la lámpara de Aladino. Si la frotas bien, puede salir el genio y ayudarte a responder cualquier pregunta que tengas en tu corazón”.
Con esta metáfora como bandera, el experto ha lanzado su propia herramienta, Deepakchopra.AI, una especie de coach digital para el bienestar físico, mental y espiritual. Según él, esta IA no reemplaza la sabiduría humana, sino que la amplía. Y puede guiarnos a través de preguntas que importan: ¿Cómo mejorar mi sueño? ¿Qué hábitos necesito cambiar? ¿Qué filosofía de vida resuena más conmigo?
Chopra, referente mundial en medicina alternativa, admite que el poder de la IA es inmenso, tanto para el bien como para el caos. “Puede ser más peligrosa que las armas nucleares si no la usamos con sabiduría”, advirtió en una entrevista. Pero también cree que, bien dirigida, puede convertirse en una aliada poderosa para el desarrollo personal.
Frente a los temores de deshumanización, él propone un cambio de enfoque: usar la IA como espejo interior. Nombrarla, hablar con ella, dialogar. “No se trata de sustituir al terapeuta o al sabio, sino de democratizar el acceso al conocimiento y promover mejores preguntas”.
Este nuevo uso de la tecnología, centrado en el bienestar, ya está en marcha. Desde apps de meditación hasta algoritmos que sugieren rutinas personalizadas para dormir, comer o entrenar, la IA se va integrando poco a poco en nuestra vida emocional.
Chopra insiste: el problema no es la herramienta, sino cómo la usamos. Y, sobre todo, desde qué nivel de conciencia. “Nuestro siguiente gran salto como especie puede nacer de una mejor conversación con nosotros mismos”, afirma.
En un mundo ruidoso y acelerado, quizás la clave esté en frenar, preguntar… y dejar que el genio tecnológico nos devuelva una respuesta.