IA en defensa: del campo de batalla al dilema ético global

IA en defensa: del campo de batalla al dilema ético global

Roma fue el epicentro de una conversación tan estratégica como inquietante: el futuro de la guerra pasa por algoritmos y máquinas que piensan. Durante la Aerospace Power Conference, más de 1.500 expertos de todo el mundo discutieron cómo las supercomputadoras y la inteligencia artificial transformarán, en muy poco tiempo, la defensa militar.

Ya no se trata de ciencia ficción. Desde sistemas autónomos capaces de actuar sin intervención humana, hasta IA especializada en logística y ciberinteligencia, el campo de batalla se está redibujando a velocidad de vértigo. Japón, Italia, Reino Unido… todos coinciden: la integración tecnológica es inevitable, pero está plagada de dilemas.

Masayuki Eguchi, de Mitsubishi, lo resumió así: “La IA es poderosa, pero solo con supercomputación lograremos su eficiencia total”. Para Lorenzo Mariani, de MBDA Italia, el reto es doble: producir más, reducir dependencias logísticas y lanzar soluciones en paralelo sin comprometer seguridad.

Mientras tanto, la IA ya se prueba en conflictos reales como Ucrania y Gaza, donde se emplea en análisis de objetivos y apoyo logístico. En Estados Unidos, robots con IA rastrean zonas peligrosas para proteger a sus soldados.

Sin embargo, no todo son avances técnicos. Gerard Mayhew, de BAE Systems, puso el acento en la política: “El mayor reto no es tecnológico, sino mantener nuestra capacidad de colaborar por el bien común”. Porque detrás de cada dron o satélite hay decisiones humanas.

Las implicaciones éticas están sobre la mesa. ¿Hasta dónde deben decidir las máquinas? ¿Quién controla las decisiones de un arma autónoma? La IA puede ser eficiente, sí. Pero también impone una urgente necesidad de gobernanza, transparencia y límites.