IA y privacidad: el delicado equilibrio que WhatsApp trata de mantener

IA y privacidad: el delicado equilibrio que WhatsApp trata de mantener

La tecnología avanza, pero no siempre en línea recta. A veces, cada paso hacia adelante exige una pausa para mirar atrás y preguntarse si realmente se está yendo en la dirección correcta. WhatsApp, la popular aplicación de mensajería usada por más de 3.000 millones de personas en todo el mundo, acaba de dar uno de esos pasos complejos: introducir funciones de inteligencia artificial sin comprometer su mayor valor, la privacidad.

En un contexto donde la IA se está integrando en todos los servicios de Meta, desde Facebook hasta Instagram, WhatsApp se enfrenta a un dilema técnico y ético. Por un lado, los usuarios demandan herramientas inteligentes: resúmenes automáticos, respuestas sugeridas, asistencia en tiempo real. Por otro, esperan mantener intacto el cifrado de extremo a extremo que protege sus conversaciones. ¿Cómo conjugar ambos mundos?

La solución se llama «Private Processing», un sistema diseñado por Meta que promete mantener los mensajes inaccesibles incluso para ellos mismos. Este sistema utiliza hardware especializado que crea un entorno aislado dentro del procesador —una especie de caja fuerte digital— donde se procesan los datos de forma segura y efímera. Según sus diseñadores, si alguien intentara manipular el sistema, este se detendría automáticamente y emitiría alertas.

WhatsApp asegura que los usuarios podrán optar por estas funciones de IA y también bloquear que otros las utilicen en chats compartidos, mediante un control llamado «Privacidad avanzada del chat». Esta función, como ocurre con los mensajes temporales, puede ser activada o desactivada por cualquier participante del grupo, con visibilidad para todos.

Aunque las auditorías preliminares han sido positivas, hay voces críticas. Matt Green, criptógrafo de Johns Hopkins, lo resume así: «Creo que WhatsApp ha hecho lo mejor posible para proteger la privacidad, pero siempre que los datos salgan del dispositivo, existe un riesgo». Un sistema cifrado de extremo a extremo que introduce IA basada en la nube no puede ser tan seguro como uno que no lo haga.

Entonces, ¿por qué hacerlo? Will Cathcart, director de WhatsApp, lo tiene claro: «La gente quiere estas herramientas. Si no las ofrecemos nosotros, irán a buscarlas a otra parte». Meta insiste en que este avance es inevitable y necesario.

WhatsApp se lanza, por tanto, a un experimento que podría marcar el futuro de la mensajería: integrar inteligencia artificial sin erosionar la confianza. Si lo consigue, podría abrir una nueva etapa. Si falla, el coste no será técnico, sino de reputación.