En una sala de Sevilla, un joven abogado se preparaba para su primer juicio de menores. No estaba solo. A su lado, una herramienta con nombre de mujer y cerebro artificial le ayudó a estructurar argumentos, revisar sentencias y redactar su intervención. Aquella asistente se llama Maite.ai, y no es una abogada, ni una pasante, ni una jurista… Es una inteligencia artificial creada por tres catalanes que, sin embargo, logró algo impensable: superar el examen oficial para acceder a la judicatura con 96 puntos sobre 100. Más que suficientes para ejercer, aunque, por supuesto, sin poder hacerlo legalmente.
Ese resultado no fue casualidad. Maite.ai fue entrenada específicamente para entender y aplicar el marco legal español, con una precisión que apenas deja un 4% de margen de error. ¿Su objetivo? No reemplazar abogados, sino convertirse en su copiloto.
Así lo explica Alejandro Castellano, uno de sus creadores y actual CEO: “Nos dimos cuenta de que el derecho era uno de los sectores más sensibles al impacto de la inteligencia artificial. Queríamos una herramienta que ayudara, no que sustituyera. Que diese seguridad jurídica, no confusión”. A diferencia de otras IA más generalistas y creativas, Maite.ai se centra en lo jurídico: no inventa, no improvisa. Argumenta basándose en leyes, artículos y jurisprudencia.
A día de hoy, más de 300 despachos y unos 7.000 abogados utilizan la herramienta a diario. Por 100 euros al mes, reciben asistencia en análisis legal, redacción, estrategias jurídicas, interpretación de documentos y mucho más. Y lo que es más importante: pequeñas firmas están usando esta tecnología para competir de tú a tú con grandes bufetes. “Antes solo las grandes podían acceder a tecnología avanzada. Ahora cualquier abogado puede hacerlo”, señala Castellano.
Pero, ¿es segura? Albert Jané, del bufete Jané Abogados, fue uno de los primeros en implementarla. “Tuvimos dudas, sobre todo en cuanto a protección de datos”, confiesa. “Pero nos ofrecieron un acuerdo muy detallado. Y lo más importante: nada sale del despacho sin revisión humana”. En su experiencia, Maite.ai ha mejorado la velocidad de trabajo, la calidad del asesoramiento y también la formación de los abogados más jóvenes. “Es como tener un tutor siempre disponible”.
Casos como el del joven abogado sevillano —que vio cómo la IA dictaba una sentencia en minuto y medio— o el de unas abogadas que pasaron de tardar cinco días a dos para elaborar informes públicos, muestran el potencial real de esta tecnología.
No obstante, desde dentro se insiste en que la dimensión humana sigue siendo irremplazable. “Lo que más valoramos de un abogado es la tranquilidad que transmite, su capacidad de escuchar, de mirar a los ojos”, afirma Castellano. Y eso, al menos por ahora, ninguna máquina puede replicarlo.