Huawei planta cara a Nvidia con un chip de IA que supera los 300 petaflops

Huawei planta cara a Nvidia con un chip de IA que supera los 300 petaflops

En una carrera tecnológica que parece salida de una novela de espías, Huawei ha dado un golpe en la mesa que pocos esperaban. La compañía china, duramente castigada por las sanciones impuestas por Estados Unidos, acaba de presentar un superchip que no solo rivaliza con el de Nvidia, sino que lo supera en potencia de procesamiento.

Se llama CloudMatrix 384 y, según fuentes internas de Huawei recogidas por el South China Morning Post, ha alcanzado los 300 petaflops de capacidad, frente a los 180 petaflops que ofrece el sistema NVL72 de Nvidia. Esto, en términos prácticos, supone una diferencia abismal en entornos donde cada segundo de procesamiento cuenta, como en el entrenamiento de modelos de lenguaje con billones de parámetros.

Para ponerlo en perspectiva, los supernodos como el CloudMatrix 384 son auténticas centrales de inteligencia artificial. No hablamos solo de chips potentes, sino de infraestructuras completas capaces de trabajar como servidores de retransmisión, aumentando la eficiencia de todo un clúster de IA. A mayor capacidad, menos tiempo de espera y mayor rendimiento. Y eso, en el competitivo mercado de la inteligencia artificial, se traduce en ventaja táctica.

Lo más llamativo no es solo el avance técnico, sino el contexto. Desde hace años, Huawei ha tenido que reinventarse tras ser vetada por Estados Unidos, perdiendo acceso a tecnología clave, incluidos servicios de Google y componentes occidentales. Lejos de rendirse, la empresa ha apostado por la autosuficiencia. Y con este lanzamiento, parece estar más cerca que nunca de lograrla.

El sistema NVL72 de Nvidia, presentado en 2024, fue un punto de inflexión al permitir que 72 unidades gráficas funcionasen como una sola. Ideal para entrenar modelos de IA con una rapidez nunca antes vista. Ahora, Huawei no solo iguala ese hito: lo supera.

Aunque este avance aún debe ser validado por fuentes independientes, el mensaje está claro: China ya no juega solo a ponerse al día. Está dispuesta a liderar. En plena escalada de tensiones entre Estados Unidos y China por el control tecnológico global, este superchip es más que un producto: es una declaración de intenciones.

Y mientras Washington refuerza restricciones, en Shenzhen se afinan los motores de silicio. La partida acaba de subir de nivel.