Una apuesta sin precedentes por un futuro incierto
Ayer, OpenAI anunció una ronda de financiación que ya es historia: 40.000 millones de dólares. Nunca una empresa privada había logrado tanto dinero en una sola operación. Y todo por una promesa: construir la inteligencia artificial más poderosa del mundo.
Entre los principales inversores está SoftBank, que ha aportado 7.500 millones, y un grupo de fondos que completa los 10.000 millones iniciales. Los otros 30.000 llegarán solo si OpenAI se convierte formalmente en una empresa con ánimo de lucro.
¿El objetivo? Desarrollar AGI
AGI significa «inteligencia artificial general», una IA capaz de pensar y razonar mejor que cualquier ser humano. Es una meta casi mítica en el mundo tecnológico. Nadie la ha logrado. Ni siquiera OpenAI. Pero es su gran promesa.
¿Vale todo esto la pena?
Depende de a quién le preguntes. OpenAI ya tiene 500 millones de usuarios semanales en ChatGPT, y su crecimiento es meteórico: un millón de usuarios nuevos por día en ciertos momentos. La popularidad no se discute.
Pero la rentabilidad sí. OpenAI aún no gana dinero. Y no lo hará hasta, al menos, 2029. Su desarrollo cuesta una fortuna, tanto en infraestructura como en energía. Aun así, su valoración ya se equipara con gigantes como Coca-Cola o LVMH.
Microsoft se aparta, SoftBank entra fuerte
Durante años, Microsoft fue el gran socio de OpenAI. Pero esa relación se ha enfriado. En esta nueva etapa, SoftBank parece tomar el relevo como el principal impulsor financiero.
¿Qué se financia con tanto dinero?
Unos 18.000 millones se destinarán al proyecto “Stargate”, una infraestructura masiva pensada para entrenar modelos más avanzados. La idea es preparar el terreno para una IA verdaderamente revolucionaria.
OpenAI ya no solo es una empresa de tecnología. Es un fenómeno económico, social y cultural. Pero su futuro sigue lleno de interrogantes. ¿Será esta inversión un acierto histórico o el mayor salto de fe de la era digital?

