Inteligencia artificial: una ventaja competitiva con alto riesgo reputacional

Inteligencia artificial: una ventaja competitiva con alto riesgo reputacional

Construyendo confianza en la era de la inteligencia artificial: un reto que las empresas no pueden ignorar

En el corazón de la revolución tecnológica que protagoniza la inteligencia artificial (IA), late un dilema que inquieta a muchas empresas: ¿cómo aprovechar su potencial sin poner en riesgo la reputación corporativa?

Durante años, la IA ha sido vista como una ventaja estratégica. Su capacidad para procesar datos, automatizar tareas y generar soluciones personalizadas ha dado alas a sectores como el financiero, el sanitario o el industrial. Pero ese impulso conlleva una nueva exigencia: cuidar cómo se usa. Porque los beneficios son grandes, sí, pero los riesgos también.

La reputación de una empresa, ese intangible que se construye con años de esfuerzo y confianza, puede tambalearse en cuestión de segundos si la tecnología se utiliza sin ética o transparencia. Algoritmos opacos, decisiones sesgadas o filtraciones de datos sensibles son amenazas reales. Y cuando la percepción pública se inclina hacia la desconfianza, el daño puede ser irreversible.

Los consumidores lo tienen claro: según McKinsey, el 75% está dispuesto a compartir sus datos… pero solo si confían en quien los pide. Sin embargo, solo un 30% de las empresas evalúan regularmente los riesgos vinculados al uso de datos en sistemas de IA. Esa brecha entre expectativas y realidad es una bomba de tiempo.

Además, la falta de regulación global agrava el escenario. Mientras la Unión Europea da pasos con su AI Act, en otros rincones del mundo la supervisión brilla por su ausencia. Y allí donde no hay reglas claras, las malas prácticas pueden campar a sus anchas. Pero también es una oportunidad: aquellas empresas que apuesten por autorregularse, implementar principios éticos y comunicar de forma clara cómo usan la IA, destacarán en un mercado cada vez más exigente.

Gestionar bien la IA no es solo un reto técnico, es una cuestión de confianza. Y en este nuevo paradigma, la confianza no se impone: se gana.