En el corazón financiero de Estados Unidos, una pregunta resuena con fuerza: ¿estamos preparados para regular la inteligencia artificial sin apagar su potencial?
Washington D.C., sede de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC), fue el escenario de una intensa jornada de reflexión. Funcionarios, expertos en tecnología, líderes del sector financiero y académicos se sentaron a la misma mesa para abordar uno de los temas más urgentes de la actualidad: cómo gobernar el uso de la inteligencia artificial en la industria financiera sin caer en el exceso ni en la negligencia.
El encuentro no fue casual. La SEC ha formado recientemente una unidad especial dedicada a Ciberseguridad y Tecnologías Emergentes, y busca ir más allá de la vigilancia tradicional. Quiere entender profundamente qué implica el uso de IA en decisiones financieras, para poder regular con criterio y no con miedo.
Hester Peirce, una de las comisionadas de la SEC, fue directa en su mensaje de apertura. Reconoció que el debate sobre la IA suele estar cargado de exageraciones: mientras unos prometen revoluciones, otros anuncian catástrofes. Y advirtió que la SEC no debería repetir ese error al legislar. “No podemos dejarnos llevar por temores artificiales”, afirmó, defendiendo un enfoque regulador basado en datos, comprensión técnica y sentido común.
Para Peirce, el verdadero reto no es si regular, sino cómo hacerlo bien. La clave está en identificar problemas reales —como el riesgo de fraude, la falta de transparencia en algoritmos o la posibilidad de manipulación de datos— y proponer soluciones específicas, sin frenar la innovación tecnológica que ya está transformando el sector financiero.
Caroline Crenshaw, también comisionada, planteó otra cuestión importante: ¿Existen riesgos sistémicos asociados al uso de la IA en los mercados financieros? ¿Puede una mala implementación generar inestabilidad o aumentar la volatilidad?
Ambas funcionarias coincidieron en un punto clave: la IA es una tecnología poderosa, sí, pero todavía emergente. Y por eso, la regulación no debe ser precipitada, ni superficial, ni copia de modelos ajenos. La SEC necesita construir un marco propio, ajustado a su contexto y a las necesidades reales de inversores, empresas y consumidores.
“No se trata de poner trabas a la tecnología”, dijo Crenshaw al cerrar la jornada. “Se trata de estar preparados. Y esta conversación es el primer paso”.

