Una carrera sin meta clara: la infraestructura para IA empieza a saturarse
Todo comenzó con una chispa. En noviembre de 2022, ChatGPT apareció en escena y encendió un fuego tecnológico que se propagó con velocidad por todo el mundo. Gobiernos, empresas y tecnólogos se lanzaron a una carrera por no quedarse atrás en lo que muchos calificaron como la revolución del siglo: la inteligencia artificial.
Pero como ocurre con toda fiebre, tras la euforia llega el momento de la realidad. En China, esa carrera se tradujo en cientos de centros de datos construidos a toda prisa en apenas dos años. La apuesta fue ambiciosa: más de 200 nuevos proyectos repartidos en 28 provincias y 81 ciudades, financiados por grandes nombres como Alibaba, Tencent o ByteDance, con el respaldo de un gobierno que hizo de la IA una prioridad nacional.
Estos centros de datos, auténticos titanes tecnológicos, fueron diseñados para albergar y entrenar modelos lingüísticos de gran escala: el corazón técnico de los nuevos chatbots, asistentes virtuales y sistemas inteligentes. Pero hoy, muchos de esos colosos permanecen inactivos. Más de la mitad no están en uso, según datos recientes. Y lo más preocupante: puede que no lo estén pronto.
La razón no es única. Por un lado, la demanda real no ha crecido al mismo ritmo que la infraestructura. Las grandes tecnológicas ya cuentan con sus propios centros, mientras que las más pequeñas prefieren pagar por uso a empresas que ya ofrecen esos servicios. Por otro, muchos de estos centros fueron diseñados para tareas intensivas de preentrenamiento, pero el mercado ahora necesita capacidades diferentes: ejecutar modelos ya entrenados (inferencia), de forma rápida y eficiente. Y ahí, muchos no cumplen con lo que se necesita.
El caso de China no es aislado. En Estados Unidos y Europa, Microsoft —uno de los principales impulsores globales de centros de datos— también ha comenzado a frenar la expansión. Analistas citados por Bloomberg indican que la compañía habría cancelado proyectos futuros, debido, entre otras cosas, a un ajuste en su relación con OpenAI, su principal socio en IA, que ha abierto su infraestructura a nuevos proveedores.
Aunque Microsoft aún planea invertir 80.000 millones de dólares en centros de datos hasta junio de 2025, los expertos anticipan una desaceleración posterior. El entusiasmo inicial por una infraestructura masiva parece estar dando paso a una etapa más cautelosa, donde la optimización y el uso efectivo de lo ya construido serán clave.
Lo que parecía una autopista sin límite de velocidad hacia el futuro ahora muestra los primeros baches. Y mientras algunos centros esperan ser encendidos por primera vez, el debate se traslada a otra pregunta más compleja: ¿estamos construyendo para lo que viene o para lo que ya fue?

