Dos caminos hacia un futuro impulsado por inteligencia artificial
En medio de la acelerada evolución de la inteligencia artificial, Europa avanza con dos enfoques distintos. La Unión Europea y el Reino Unido comparten el objetivo de desarrollar un ecosistema sólido de IA que respete los derechos humanos y fomente la innovación, pero discrepan en cómo llegar allí.
La UE ha apostado por un modelo más estructurado y preventivo. Ha construido un marco regulatorio integral basado en el riesgo, adaptando las normas según el potencial impacto de cada aplicación. Mientras tanto, el Reino Unido opta por una estrategia más flexible, sin una ley transversal de IA, aunque con intenciones claras de controlar los modelos más potentes.
Esta diferencia de enfoque no es menor. Refleja visiones estratégicas distintas: Bruselas prioriza la innovación sostenible y la protección del ciudadano; Londres pone el foco en la seguridad, especialmente en posibles usos peligrosos como el desarrollo de armas.
Ambos comparten un punto de partida común: el respeto a los valores democráticos. Así lo demuestra su adhesión al Convenio del Consejo de Europa sobre IA y derechos humanos. Pero sus planes de acción los alejan.
La Unión Europea está construyendo lo que denomina “fábricas de IA”, centros que combinarán supercomputación, datos y talento. Siete consorcios en países como España, Alemania o Finlandia han sido seleccionados para liderar esta red, que busca facilitar el acceso a recursos potentes para startups, investigadores e industria. Además, ha lanzado InvestAI, una iniciativa que pretende movilizar 200.000 millones de euros en inversión en IA.
En paralelo, el Reino Unido ha publicado su propio Plan de Acción de Oportunidades de IA. Propone crear Zonas de Crecimiento de IA, acelerar la construcción de centros de datos, multiplicar por veinte su capacidad de investigación y formar a decenas de miles de profesionales. Todo ello con una visión a diez años y un enfoque colaborativo con la industria.
Ambas potencias reconocen su posición rezagada respecto a Estados Unidos, que lidera tanto en talento como en adopción empresarial. En Europa, solo el 13,5% de las empresas usan IA; en Reino Unido, la cifra apenas sube al 16%.
Aunque toman rutas distintas, Bruselas y Londres comparten la urgencia de no quedarse atrás. La IA no solo transforma industrias, también redefine el equilibrio global. Y en esa carrera, la estrategia elegida hoy puede marcar toda la diferencia mañana.