Cuando Lluis se pone sus nuevas gafas, algo cambia.
No es que recupere la vista por completo, pero por primera vez en años puede moverse con mayor seguridad. Lluis vive con solo un 15% de visión en un ojo y un 25% en el otro. Tiene lo que se llama visión en túnel: ve borroso en el centro y casi nada por los laterales. Lo que para muchos es cotidiano —caminar por la calle sin tropezar— para él ha sido un desafío constante.
Pero ahora, gracias a un invento que combina tecnología y empatía, eso podría cambiar.
Un grupo de investigadores ha desarrollado unas gafas con inteligencia artificial diseñadas específicamente para personas con pérdida progresiva de visión. Estas gafas no curan, pero ayudan. Analizan en tiempo real el entorno y señalizan obstáculos mediante símbolos, flechas visibles para quienes aún conservan algo de campo visual, o incluso con sonidos para guiar los movimientos.
Lo que hacen estas gafas es aprovechar al máximo la visión restante. No añaden luz ni aumentan el enfoque, sino que interpretan el entorno y alertan del peligro. Una especie de copiloto para los ojos. Y eso, para personas como Lluis, es una diferencia enorme: “Con ellas siento más libertad”, dice.
Se estima que en los próximos cinco años, más de ocho millones de personas en España tendrán algún tipo de problema visual. En ese contexto, inventos como este no son solo útiles, son urgentes.
El dispositivo todavía no está en el mercado, pero su precio estimado rondaría los 5.000 euros. Para lograr que llegue al mayor número de personas posible, sus creadores han lanzado una campaña de crowdfunding, buscando apoyo colectivo para hacer realidad una tecnología que podría mejorar la calidad de vida de miles.
No se trata solo de ver más, sino de vivir mejor: salir a la calle sin miedo, evitar caídas, ganar autonomía. Un gesto tan simple como caminar con confianza puede marcar la diferencia.
La inteligencia artificial, en este caso, no viene a sustituir lo humano, sino a potenciarlo. Porque cuando la tecnología se pone al servicio de las personas, especialmente de quienes más lo necesitan, el futuro se vuelve un poco más accesible.
Y Lluis, ahora, lo ve más claro que nunca.