En un pequeño hogar de clase trabajadora, una joven Julie Sweet comprendió que el esfuerzo y la determinación eran su mejor carta para salir adelante. Su padre, un pintor de automóviles, y su madre, una peluquera que ingresó en la universidad cuando Julie ya había nacido, le enseñaron que el éxito no llegaba por atajos. Con 14 años, empezó a trabajar para ayudar en casa, demostrando desde muy temprano su iniciativa y habilidades comunicativas.
Su camino profesional no fue menos desafiante. Durante la universidad, en su primer cargo de responsabilidad, contrató a una recepcionista que desapareció con el dinero de la empresa. Lejos de desanimarse, este revés fue una lección temprana sobre la importancia de la selección de talento, algo que más tarde se convertiría en una de sus mayores fortalezas. Tras graduarse en Arte y doctorarse en Derecho en la prestigiosa Columbia Law School, entró al exclusivo bufete Cravath, Swaine & Moore, donde logró ser apenas la novena mujer socia en la historia de la firma. Su liderazgo provocó cambios internos y, años después, la proporción de mujeres en la sociedad del bufete creció significativamente.
En 2010, su carrera dio un giro hacia el mundo de la tecnología y la consultoría cuando Accenture la fichó para liderar su departamento legal. Su ascenso fue meteórico, y en 2019 se convirtió en la primera mujer en dirigir la empresa a nivel global. En ese momento, la inteligencia artificial (IA) ya comenzaba a perfilarse como la gran revolución empresarial, y Sweet entendió que el éxito de las compañías dependería de su capacidad para gestionar datos de manera eficiente. «Si no puedes usar los datos, no puedes usar la IA», advierte, consciente de que muchas empresas aún no están preparadas para esta transformación.
Accenture apuesta fuerte por la inteligencia artificial. Bajo su liderazgo, la compañía prevé invertir 3.000 millones de dólares en IA hasta 2026, con el objetivo de desarrollar modelos prediseñados que faciliten la adopción tecnológica en otras empresas. Esta visión innovadora ha sido clave en la evolución de la firma, que durante la pandemia duplicó su capitalización hasta alcanzar los 234.000 millones de dólares.
Sin embargo, su gestión no ha estado exenta de polémicas. En febrero de este año, decidió eliminar los objetivos de diversidad que Accenture había fijado previamente, que incluían que la mitad de la plantilla y el 30% de los directores generales fueran mujeres. La vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca y el nuevo clima político en EE.UU. influyeron en su decisión, pero Sweet se mantiene firme en su filosofía: «Somos y siempre hemos sido una meritocracia».
A lo largo de su carrera, Julie Sweet ha demostrado que no necesita cuotas ni directrices externas para abrirse camino. Su historia personal y su visión empresarial reflejan una apuesta inquebrantable por el esfuerzo y la adaptación a los cambios tecnológicos. Hoy, al frente de una de las consultoras más influyentes del mundo, su reto es liderar la revolución de la inteligencia artificial mientras navega en un entorno empresarial y político en constante transformación.