La IA que compone música en minutos y desafía a la industria
La música siempre ha sido una expresión humana. Un arte que requiere años de aprendizaje, práctica y esfuerzo. Pero, ¿qué pasaría si cualquiera pudiera hacer una canción profesional en solo unos minutos, sin necesidad de tocar un instrumento? Eso es precisamente lo que propone Suno, la inteligencia artificial creada por Mikey Shulman, CEO de la empresa que ha puesto patas arriba a la industria musical.
Shulman, un físico graduado en Harvard, no es un músico tradicional, pero tiene claro su objetivo: democratizar la creación musical y eliminar las barreras técnicas que hasta ahora limitaban a los aspirantes a artistas. «La mayoría de la gente no disfruta hacer música porque es difícil», afirmó en una entrevista reciente. «El gusto es lo único que importa en el arte, y la habilidad ya no significa nada».
Su propuesta no solo ha generado interés, sino también controversia. Las tres grandes discográficas del mundo –Universal, Sony y Warner– han demandado a Suno por violación de derechos de autor, acusándola de haber utilizado sin permiso grabaciones protegidas para entrenar su modelo de IA. La RIAA (Asociación de la Industria Discográfica de EE.UU.) exige 150.000 dólares por cada canción utilizada, argumentando que esta tecnología pone en peligro el futuro de los artistas.
El auge de la música generada por IA
Suno no es la primera IA musical, pero sí la más ambiciosa. Con su plataforma, cualquier persona puede escribir un simple mensaje indicando el estilo de música que desea y, en cuestión de minutos, recibir una canción terminada. No se necesita talento, ni práctica, ni equipos caros.
Este modelo recuerda al fenómeno de los audiolibros con voces sintéticas o la proliferación de imágenes generadas por IA, que han cambiado la forma en que consumimos contenido. Ahora, la industria musical enfrenta su mayor transformación en décadas.
Spotify, por ejemplo, ya ha experimentado con música generada por IA, llenando playlists con canciones de artistas ficticios para reducir el pago de regalías. «El negocio de la música tiene una mentalidad de pastel fijo», asegura Shulman. «Nosotros estamos aquí para cambiar eso».
Pero este cambio no solo afecta a los artistas, sino también a los oyentes. La personalización extrema de la música podría estar creando un público cada vez más pasivo y acrítico, alerta la especialista en industria musical Ainara LeGardon. «Escuchamos música como un ruido de fondo, sin prestarle atención», señala.
¿Un futuro sin músicos?
Las críticas a la música generada por IA no solo provienen de la industria discográfica. Artistas y expertos advierten sobre la «comoditización» de la música: convertirla en un producto masivo, sin identidad ni valor cultural.
«Si pagamos más por huevos de gallinas criadas en libertad, ¿por qué no hacemos lo mismo con la música?», se pregunta una fuente de la industria. «Deberíamos valorar las canciones no solo por cómo suenan, sino por quién y cómo han sido creadas».
A pesar de la demanda en su contra, Shulman se muestra tranquilo. Para él, el futuro de la música es como un videojuego, donde cualquiera puede «componer» con solo presionar unos botones. «¿Para qué escuchar un álbum de Taylor Swift si puedes crear uno tú mismo?», plantea.
Sin embargo, la pregunta sigue en el aire: si la música ya no necesita músicos, ¿qué queda de su esencia?