Cuando el recreo se convierte en pesadilla: Así desenmascararon al menor que usó IA para desnudar a sus compañeras
Un caso en Palma expone los riesgos de la inteligencia artificial en manos de adolescentes y la urgencia de educar en el uso ético de la tecnología
Todo comenzó con un rumor en los pasillos de un instituto de Palma. Varias alumnas escucharon que circulaban fotos suyas desnudas en grupos de WhatsApp. Imágenes que, aseguraban, jamás habían tomado. «Al principio no lo creímos. Pensamos que era una broma de mal gusto», confiesa una de las afectadas, cuya identidad reservamos. Pero no era una broma. Era un delito.
Las fotografías originales, publicadas por las propias jóvenes en sus redes sociales, mostraban rostros sonrientes y outfits casuales. Sin embargo, alguien las había descargado, editado con herramientas de inteligencia artificial (IA) y convertido en desnudos hiperrealistas. «Hasta los lunares coincidían. Fue aterrador», relata la madre de una víctima, quien necesitó revisar las imágenes varias veces para confirmar que eran falsas.
La investigación: De las redes al arresto
La denuncia de las menores activó al Grupo de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional. Los agentes rastrearon el origen de las imágenes y descubrieron un patrón: todas habían sido compartidas desde el mismo perfil anónimo. Tras semanas de análisis digital, la sorpresa fue mayúscula. El presunto autor no era un adulto en la sombra, sino un compañero de clase, también menor de edad.
El detenido, según fuentes policiales, usó aplicaciones de acceso libre para «desvestir» a las jóvenes. Estas herramientas, que proliferan en internet sin restricciones, permiten manipular fotos con solo subirlas a una plataforma. «El resultado es tan realista que incluso profesionales necesitan tiempo para detectar el fraude», explica un agente del caso.
¿Por qué se le acusa de corrupción de menores?
Aunque las imágenes eran falsas, la ley española las considera pornografía infantil si representan a menores en contextos sexuales. El arrestado, cuyos datos se ocultan por ser menor, enfrenta cargos por este delito. El caso ya está en manos de la Fiscalía de Menores de Baleares, que decidirá si lo juzga como agresor juvenil.
La otra víctima: La confianza en la era digital
El instituto, del que no se revela el nombre, vive ahora un clima de desconfianza. «¿Cómo voy a subir una foto a Instagram después de esto?», cuestiona una estudiante. Los expertos alertan: este caso no es aislado. Plataformas como Telegram y Discord albergan comunidades donde se comparten tutoriales para crear contenido íntimo falso con IA.
«Los jóvenes manejan tecnología que ni siquiera entendemos», admite Carla Martínez, abogada especializada en ciberdelitos. «Urge regular estas herramientas y educar en sus riesgos. De lo contrario, veremos más casos como este».
¿Qué sigue?
Mientras el detenido espera su audiencia, las víctimas y sus familias lidian con secuelas emocionales. Algunas han borrado sus redes sociales. Otras asisten a terapia. Y todas comparten una misma pregunta: ¿Volverán a sentirse seguras?
En un mundo donde un clic puede destruir reputaciones, este caso es un recordatorio: la tecnología no es neutral. Depende de quién, y cómo, la use.