En su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha tomado una decisión que marca un antes y un después en la estrategia de inteligencia artificial (IA) de Estados Unidos. Apenas unas horas después de asumir nuevamente la presidencia, derogó la orden ejecutiva de Joe Biden que establecía medidas de protección y regulación para la tecnología de IA. Aunque el movimiento envía un mensaje claro de ruptura con su predecesor, las implicaciones y los pasos concretos que seguirá la nueva administración aún están por definirse.
La orden de Biden, promulgada en 2023, fue considerada uno de los enfoques más ambiciosos hacia la regulación de la IA, abarcando desde la ciberseguridad hasta la protección contra discriminación y deepfakes. Incluía medidas para obligar a las empresas tecnológicas a compartir información clave sobre modelos de IA avanzados, utilizando incluso la Ley de Producción de Defensa. Estas iniciativas buscaron equilibrar innovación y seguridad, al tiempo que introducían estándares para identificar y prevenir abusos potenciales de la IA.
Sin embargo, Trump ha presentado este marco regulatorio como un obstáculo para el desarrollo tecnológico. Su plataforma de campaña vinculó la orden de Biden con «restricciones ideológicas» que, según él y sus aliados, limitaban la innovación en favor de ideas «progresistas». Algunos líderes de Silicon Valley, como Alexandr Wang, CEO de Scale, expresaron que, aunque ciertas disposiciones eran útiles, la orden era «excesivamente extensa». Ahora, esperan que el nuevo gobierno facilite un enfoque más flexible y menos restrictivo.
Aunque se han eliminado estas medidas, gran parte del trabajo ya está hecho. Según Alexandra Reeve Givens, directora del Centro para la Democracia y Tecnología, los informes y recomendaciones que surgieron bajo la administración de Biden siguen disponibles para que agencias, empresas y estados los utilicen. Este legado pone en perspectiva las acciones de Trump: aunque borre el marco regulatorio, las bases de muchas políticas ya están sentadas.
Trump, por su parte, ha comenzado a delinear una visión diferente, enfocada en una colaboración más estrecha entre la industria tecnológica y el gobierno. Durante una conferencia de prensa reciente, mencionó una nueva asociación llamada Stargate, que involucra a OpenAI, Oracle y SoftBank en una inversión de 500.000 millones de dólares para construir centros de datos de IA alimentados por energía renovable. Sorprendentemente, afirmó que no derogará una reciente orden de Biden que elimina obstáculos para la expansión de dichos centros, lo que sugiere que algunas iniciativas podrían mantenerse.
En última instancia, la dirección que tome Estados Unidos bajo Trump en el ámbito de la IA sigue siendo incierta. Las diferencias ideológicas y las promesas de menos regulación han despertado optimismo entre sectores de la industria, pero también preocupaciones sobre los riesgos éticos y de seguridad que una supervisión limitada podría acarrear. Mientras tanto, las tasas de desconfianza de los estadounidenses hacia la IA permanecen entre las más altas del mundo desarrollado, un desafío que ninguna administración puede ignorar.