El avance imparable de la inteligencia artificial (IA) despierta tanto admiración como preocupación, especialmente en relación con su impacto en los más vulnerables: los niños y adolescentes. Expertos advierten que, si no se actúa con rapidez, podría repetirse el error cometido con las redes sociales, donde la regulación llegó demasiado tarde. Esta advertencia viene acompañada de una sombría estadística: uno de cada 12 menores sufre explotación o abuso sexual en línea cada año en el mundo, según un estudio publicado por The Lancet.
Lecciones del pasado que no debemos repetir
La psicóloga Karen L. Mansfield, de la Universidad de Oxford, lanza una advertencia enérgica: si no se estudian los efectos de la IA desde el principio, su adopción masiva por los jóvenes podría generar un nuevo ciclo de pánico y daños difíciles de revertir. La tecnología de IA, con sus capacidades de personalización y simulación humana, representa un arma de doble filo. “La IA puede influir en las emociones y comportamientos de los niños, ya sea a través de deepfakes, desinformación o sistemas de diagnóstico en línea que promuevan el autodiagnóstico de problemas como ansiedad o depresión”, explica Mansfield.
El peligro oculto en la superficie
Jorge B., conocido como @NoobInTheNet en redes, conoce de cerca estos riesgos. A los 12 años comenzó a explorar las profundidades de internet, pero gracias a la supervisión de sus padres y a la guía de expertos en ciberseguridad, evitó caer en los rincones más oscuros. Hoy, a sus 21 años, trabaja en el área informática de una multinacional y alerta que «lo peor de internet no está escondido, está a la vista de todos». Según Jorge, la falta de experiencia y madurez tecnológica de los menores los hace especialmente vulnerables.
Entre los peligros más comunes, señala la suplantación de identidad con contenidos falsos, un problema agravado por las capacidades de la IA para crear imágenes y videos indistinguibles de la realidad. Este tipo de tecnologías pone a niñas y adolescentes en el centro de prácticas dañinas como la explotación sexual o el contacto con materiales inadecuados.
La educación como clave para la protección
Marc Rivero, investigador de Kaspersky, coincide en que la IA está transformando la experiencia digital de los menores, pero advierte de su impacto negativo en la salud mental. “La personalización de contenidos y las interacciones sugeridas pueden exponer a los jóvenes a materiales nocivos o incluso a comunidades que promuevan actividades ilegales. Esto puede aumentar la ansiedad, el aislamiento e incluso llevar a comportamientos de riesgo”. Rivero subraya la necesidad de educar desde edades tempranas, establecer controles parentales y fomentar un diálogo abierto entre padres e hijos.
Un problema global, una respuesta insuficiente
El estudio de la Universidad de Edimburgo, liderado por Deborah Fry, destaca la falta de datos homogéneos y normativas internacionales para abordar este problema. Incluso las medidas actuales, como los límites de tiempo en pantalla o de edad, son vistas como insuficientes. Fry sostiene que estas iniciativas solo trasladan la responsabilidad a los padres y no atacan el verdadero problema: regular el contenido dañino.
Mientras la tecnología avanza, la protección de los menores debe ser una prioridad global. Formación, información e investigación son las únicas herramientas capaces de garantizar un entorno digital seguro y beneficioso para las próximas generaciones. Sin ellas, la inteligencia artificial podría convertirse en un nuevo enemigo silencioso para la salud mental de niños y adolescentes.