La paradoja energética de la inteligencia artificial
El mundo está inmerso en la transición hacia un futuro más sostenible, con la descarbonización como eje central. Las energías renovables, lideradas por la solar, eólica e hidroeléctrica, han ganado terreno incluso en territorios tradicionalmente dependientes del petróleo, como Texas. Sin embargo, una industria emergente plantea un desafío inesperado: la inteligencia artificial (IA). Los centros de datos, el corazón tecnológico de esta revolución, están demandando niveles de energía que las renovables aún no pueden cubrir.
En 2022, los centros de datos consumieron 460 TWh a nivel global. Para 2026, esa cifra superará los 1.000 TWh, lo que plantea un problema monumental. Este crecimiento, impulsado por la explosión de aplicaciones basadas en IA, como los modelos generativos y servicios en la nube, obliga a buscar soluciones energéticas inmediatas. El gas natural y, en algunos casos, el carbón, resurgen como respuestas rápidas, a pesar de ser los grandes antagonistas de los objetivos climáticos.
Renovables contra reloj
Empresas tecnológicas como Google, Microsoft y Meta están liderando el desarrollo de centros de datos más eficientes. Algunas apuestan por la energía nuclear como fuente estable y otras trabajan en innovaciones, como el uso eficiente del agua para disipar el calor de los servidores. Sin embargo, el crecimiento de estos gigantes tecnológicos supera la capacidad de las renovables para satisfacer la demanda.
En Estados Unidos, que alberga un tercio de los centros de datos del mundo, la energía sigue dependiendo en gran parte del gas natural y las plantas nucleares. En Europa, la situación es igual de crítica. Alemania, Polonia e Irlanda han pospuesto el cierre de plantas de carbón para garantizar el suministro eléctrico, mientras Microsoft planea ampliar un centro de datos cerca de una mina de carbón en Alemania. Aunque la compañía asegura que está en las primeras etapas del proyecto, las preocupaciones son evidentes.
El dilema de la energía rápida
Para la industria, los combustibles fósiles representan una solución temporal, pero sus implicaciones a largo plazo son preocupantes. Rob Thummel, gerente senior de Tortoise Capital, defiende el gas natural como una opción inmediata, calificándolo de «menos dañino» en comparación con el carbón. Sin embargo, voces críticas como Jon Creyts, CEO de la consultora de energía limpia RMI, advierten que esta dependencia energética podría ser insostenible tanto económica como ambientalmente.
«Los centros de datos son solo el principio. Si nuestra respuesta inicial es construir más plantas de gas y nucleares, crearemos un sistema que no podremos sostener», afirma Creyts.
Una decisión clave para el futuro
El desafío no es solo energético, sino estratégico. La acelerada expansión de la IA y los centros de datos pone en jaque los avances hacia la descarbonización. La pregunta no es solo cómo cubrir la demanda, sino cómo hacerlo sin comprometer el objetivo de un planeta más limpio.
La paradoja de la descarbonización y el auge de la tecnología plantea una lección crucial: la sostenibilidad no puede ser solo un objetivo a largo plazo; debe guiar cada decisión en el presente. Si no, corremos el riesgo de retroceder en un camino que parecía irreversible.