En marzo de este año, Cognition, una startup emergente de San Francisco, lanzó al mercado a Devin, un agente de inteligencia artificial diseñado para codificar proyectos completos sin intervención humana. Lo que parecía un avance prometedor en el mundo de la tecnología, también sembró incertidumbre entre programadores y especialistas en software. ¿Es este el primer paso hacia la sustitución masiva de empleos en el sector?
La historia de Devin comenzó con una revelación inesperada. En diciembre de 2023, el equipo de Cognition enfrentaba una tarea aparentemente imposible: configurar un servidor de datos rebelde. Horas de frustración y fallos llevaron a probar el desempeño de Devin en una tarea real. La IA no solo resolvió el problema, sino que lo hizo identificando un error que sus creadores habían pasado por alto. Para Walden Yan, uno de los fundadores de 21 años, ese fue el momento clave. «Ese día entendí cuánto puede cambiar la ingeniería de software», afirmó.
Desde entonces, Devin ha evolucionado rápidamente. Hoy, es capaz de realizar tareas complejas como limpiar bases de código, corregir errores y migrar plataformas. Sin embargo, lo que diferencia a esta herramienta de otros productos como Github o Codeium es su enfoque en la «finalización de tareas», en lugar de simplemente asistir en la escritura de código. Según Scott Wu, CEO de Cognition, Devin representa un salto hacia una nueva era tecnológica.
El impacto de la IA generativa en la programación ya es tangible. Herramientas como las de Github contribuyen significativamente al crecimiento de ingresos en empresas como Microsoft, y Cognition no quiere quedarse atrás. Con clientes como Nubank, MongoDB y Ramp, Devin se está posicionando como una herramienta clave para mejorar la eficiencia y reducir costos en grandes compañías.
Sin embargo, no todos comparten el entusiasmo. Críticos como el desarrollador Carl Brown cuestionaron la eficacia de Devin en tareas prácticas, señalando que, en ocasiones, su desempeño es más lento y propenso a errores que el de un humano. Incluso en pruebas en vivo, como la creación de una app para afinar guitarras, la IA demostró limitaciones evidentes. Wu reconoció estos desafíos, subrayando que la herramienta aún está en desarrollo.
A pesar de las dudas, los inversores confían en el potencial de Cognition. En abril, la startup recaudó 176 millones de dólares en una ronda de financiamiento Serie B, alcanzando una valoración de 2.000 millones de dólares. Este respaldo financiero refleja la fe en que Devin pueda revolucionar la industria, aunque no sin generar controversias en el camino.
¿Devin está aquí para reemplazar a los programadores o para transformar sus roles? Para Wu, la respuesta es clara: la IA no busca quitar empleos, sino liberar a los ingenieros de tareas repetitivas, permitiéndoles centrarse en trabajos más creativos y significativos. Sin embargo, los temores persisten, y el debate sobre el impacto de esta tecnología apenas comienza.
La revolución del código está en marcha, pero su destino aún no está escrito.